Yaguara II:

restaurar los bosques, restaurar la vida

Gracias al proyecto de gestión integral del bosque en el Resguardo Indígena Yaguara II fue posible iniciar el proceso de restauración de 420 hectáreas y el fortalecimiento de la gobernanza territorial, además de contribuir a transformar la calidad de vida de una comunidad que ha sido víctima de la violencia.

María Alejandra Navarrete

ejempler de escarabajo en alfiler

Aunque el Resguardo Indígena Llanos del Yarí Yaguara II está ubicado dentro de uno de los núcleos de la Amazonia con mayor deforestación del país, la restauración en este territorio va más allá de la recuperación ecológica del bosque. Su comunidad, perteneciente a las etnias pijao, piratapuyo y tucano, ha tenido que enfrentar durante años la violencia por parte de actores armados que no solo han atentado en contra de las personas, sino también de la naturaleza.

La tala ilegal, la construcción de vías ilegales, el conflicto armado y la ausencia de condiciones de vida mínimas para garantizar el sostenimiento y la gobernanza de las comunidades son los factores más importantes para explicar la deforestación en esta zona conocida como Llanos del Yarí, cuyas sabanas y bosques amazónicos conectan los parques nacionales naturales de Chiribiquete, Tinigua y La Macarena. En total son 196 992 hectáreas, de las cuales el 67 % corresponden al territorio del resguardo.

Teniendo en cuenta este contexto histórico y social de Yaguara II, se desarrolló en el marco del proyecto —financiado por el Fondo Nacional Ambiental (Fonam)— una estrategia de restauración socioecológica integral, diseñada no solo para mejorar las condiciones de los ecosistemas, sino también para fortalecer la toma de decisiones colectivas sobre la gestión del territorio, transformar las condiciones de vida y fortalecer algunas capacidades de la comunidad. Como resultado, se inició el proceso de implementación de estrategias de restauración en 420 hectáreas y se establecieron más de 86 mil plantas de especies nativas. También, 75 personas del resguardo se capacitaron con la Universidad de la Amazonia en temas de restauración de suelos amazónicos, monitoreo de la biodiversidad y formulación de proyectos ambientales.

Como parte de la estrategia se generaron 48 acuerdos de conservación y uno de monitoreo a la restauración, y fue posible celebrar 66 contratos laborales con habitantes de la zona, de los cuales 51 fueron asignados a familias del resguardo que participaron activamente en las labores de rescate y siembra de especies nativas y productivas. Finalmente, se registraron 27 especies de mamíferos y 22 especies de aves —dentro de las cuales se encuentra el jaguar (Panthera onca)— gracias a las acciones de monitoreo participativo de la biodiversidad y se llevaron a cabo dos talleres de educación ambiental con 153 maestras y maestros de San Vicente del Caguán (Caquetá). Todas estas acciones fueron acompañadas por más de quince productos de comunicación asociados, entre infografías, boletines periódicos, una guía de especies, una cartilla pedagógica y contenidos digitales.

Además el proyecto promovió el fortalecimiento del tejido social y la identificación de alternativas económicas sostenibles. Gracias a esto, al menos veinticinco familias que fueron desplazadas forzosamente por el conflicto armado, a comienzos de la década del 2000, retornaron al resguardo. “Este proyecto es un ejemplo de transformación social, gestión colectiva, restauración socioecológica y del desarrollo económico de comunidades indígenas que apuestan por retornar a su territorio con dignidad, medios de vida sostenibles y una búsqueda por recuperar su identidad”, señala Julián Gómez, coordinador general del proyecto e investigador del Instituto Humboldt.