Opinión

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Víctor H. González Betancourt y Andrés Vargas Pérez
Coordinadores del Capítulo 3 de la Evaluación Nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos


Biodiversidad en Colombia: de cifras intangibles a contribuciones palpables

Una de las metas de la Evaluación Nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos es identificar y valorar las diferentes contribuciones de la naturaleza para los colombianos. Es decir, establecer cuáles son los beneficios económicos, ecológicos, sociales, y culturales que obtenemos de nuestra diversidad biológica para tratar de entenderla y pensarla de una manera diferente a como nos la enseñaron, se enseña y la enseñaremos a nuestros hijos.

Desde niños nos enseñaron que Colombia es un país diverso, que tiene una parte del llamado “pulmón del mundo”, dos océanos, la cordillera de los Andes, nevados, volcanes y los mejores climas. También, nos ilustraron algunas cifras de los números de especies que habitan el territorio y los lugares de privilegio que ocupa el país a nivel planetario por esta razón.

Al respecto, sabemos de más de 40 mil especies de plantas, más de 800 de anfibios (ranas, sapos y salamandras) y del primer lugar en número de aves. En conclusión, Colombia cuenta con dos o cuatro veces más en número de especies de plantas y anfibios que habitan en los Estados Unidos, lo que resulta impresionante para un territorio continental relativamente pequeño, pues es aproximadamente del tamaño del estado de Texas y menos de un séptimo del área total de Brasil.

Así pues, crecimos con esta información que, aunque basada en estudios científicos rigurosos, no deja de ser intangible a la cotidianidad, pero que hemos repetido con orgullo desde el colegio hasta la universidad. Pero cuando dimensionamos las verdaderas proporciones de esta diversidad en distintos aspectos de la vida, desde el café que nos tomamos en las mañanas, hasta la música y los sitios donde vamos de vacaciones con amigos y familia, la mirada y las consideraciones cambian radicalmente.

Partamos del hecho de que Colombia es un país agrícola y muchos de nuestros cultivos requieren que algunos insectos transporten el polen de una flor a otra. Este proceso se llama polinización, ayuda a la fecundación de plantas y formación adecuada de frutos y semillas, y es indispensable para la supervivencia de los bosques.

En los cultivos, la polinización mejora la cantidad y calidad de la cosecha al producir variedad y calidad de frutos y semillas, algunas veces más dulces. Por eso, cuando tomemos café o un jugo de frutas, no podemos olvidarnos de que, en parte, es gracias a la labor realizada por diversidad de insectos que habitan en nuestros campos. Desde el punto de vista económico, su contribución es indiscutible; un ejemplo está en que somos el tercer país productor de café a nivel mundial.

Pero las contribuciones de esta diversidad de plantas y animales para los colombianos no solo son económicas, pues también juegan un rol preponderante al regular el clima y el agua que surte los acueductos de nuestros pueblos y ciudades, mitigar la erosión y la contaminación, y en muchos aspectos que incluyen la propia cultura.

No es una exageración afirmar que la diversidad es parte de la esencia de los símbolos culturales que más nos identifican como colombianos. Desde el cóndor en el escudo patrio, las papas criollas y guascas andinas que le dan el sabor y consistencia característica al ajiaco, hasta la caña flecha de la costa atlántica de la cual se hacen los sombreros vueltiaos, por solo mencionar algunos ejemplos.

Muchas expresiones artísticas y culturales giran alrededor de elementos de nuestra diversidad. El Reinado de la Palma de Cera en Salento (Quindío), el Festival del Cangrejo en San Andrés o la Feria de las Flores en Medellín (Antioquia) son una muestra de ello. Varios instrumentos musicales, claves en los ritmos que nos distinguen en el exterior, se construyen a partir de materias primas obtenidas en el campo.

Las maracas son hechas, por tradición, con el fruto del árbol de totumo, y la gaita a partir del cactus Cardón y cera de abejas. Incluso, en nuestras canciones pueden escucharse expresiones que demuestran una estrecha relación con la naturaleza (“…eres esta tierra que me inspira…”). En los videos de música colombiana están plasmados las majestuosas montañas, lagunas, selvas, ríos, páramos y playas, las mismas que nos sirven de descanso y que visitan los turistas.

Estos ejemplos de los beneficios de la diversidad a los colombianos son los más sobresalientes, pero hay muchos específicos y esenciales para la supervivencia de comunidades campesinas, afrodescendientes, palenqueras y los casi 90 grupos indígenas que viven en el país. Identificar y valorar tales contribuciones heterogéneas y múltiples de la diversidad es, precisamente, a lo que le apuntamos en esta evaluación.

La tarea no es fácil en un país tan diverso y en donde muchos aspectos aún no se documentan. Sin embargo, los nueve integrantes del capítulo 3 de la Evaluación Nacional hemos asumido con entusiasmo y responsabilidad este reto. Esperamos que esta experiencia sea un primer paso para entender, preservar y utilizar nuestra biodiversidad de manera alternativa; también, que resulte insumo invaluable para enseñar a nuestros hijos otras formas de apreciarla.


Publicado el día 01 de octubre de 2019 | Por: ENBSE