Investigadores del Instituto Humboldt y organizaciones locales de la Orinoquia y del Magdalena Medio sumarán esfuerzos para monitorear la fauna que los rodea. En la región central del valle interandino colombiano y el Piedemonte Meta se vivirá una experiencia de ciencia participativa, donde la comunidad local aportará al monitoreo de la biodiversidad presente en su vereda.
En esta aventura incluyente y participativa, el desarrollo tecnológico será un aliado indispensable que marcará un hito en el conocimiento de la biodiversidad colombiana, pues se instalarán 600 cámaras trampa en las regiones del Magdalena Medio, Piedemonte Casanare, Piedemonte Meta y Río Tillavá. Durante esta actividad de fototrampeo se colectarán grandes volúmenes de información de aves y mamíferos terrestres.
Los datos colectados en campo harán posible la evaluación de la respuesta de la vida silvestre a las intervenciones en el territorio, con el fin de orientar y promover un manejo apropiado de la biodiversidad, e identificar la eficiencia de las acciones que se implementen para conservarla. Adicionalmente, las comunidades redescubrirán la riqueza natural que les rodea, para valorarla y protegerla, tejiendo vínculos fraternales con ella.
Un sistema de monitoreo como este -robusto y replicable- brindará herramientas para la implementación de una estrategia nacional que permita el monitoreo del estado y las tendencias de diferentes componentes de la biodiversidad. Desde allí, será posible el diseño de una hoja de ruta que oriente la toma de decisiones informadas sobre dónde y cómo invertir de manera efectiva para la conservación de la vida silvestre y los ecosistemas.
¿Qué es monitoreo comunitario?
Son aquellas actividades de monitoreo de la biodiversidad que involucran personas con diversos niveles de conocimiento, experiencias, roles sociales e intereses.
De manera genuina, e inspirada por las necesidades locales sobre su entorno natural, las comunidades definen el enfoque del monitoreo, establecen metas, ritmos y tiempos de dedicación a la actividad, a partir del reconocimiento de sus vínculos con la biodiversidad, saberes y prácticas culturales y ancestrales.
Para tal fin, los monitores comunitarios reciben capacitación y acompañamiento, en distintas etapas del proceso, en un intercambio de conocimientos con investigadores expertos del Instituto Humboldt en temas de observación y manejo de herramientas para el registro de la biodiversidad, transformando así la experiencia del monitoreo en un auténtico ejercicio de cocreación.
Esta dinámica supone, además, un proceso continuo en el que las personas locales se comprometen sin una remuneración económica -y a la par de sus actividades cotidianas- a observar y registrar, sistemáticamente y durante un lapso de tiempo establecido, información acerca de su biodiversidad, reflexionan al respecto y llevan a cabo acciones de gestión en respuesta a los resultados y a los aprendizajes obtenidos, siempre con el apoyo de los investigadores expertos.
¿Qué es biomonitoreo?
En el convenio FIBRAS entendemos el biomonitoreo como un conjunto de actividades de monitoreo de la biodiversidad apoyadas por personas locales que, sin tener conocimientos formales en ciencias biológicas o afines, pero que a partir de sus experiencias, roles sociales e intereses, van a realizar procesos de inventarios y monitoreo de la biodiversidad.
A estas personas involucradas en el monitoreo de la diversidad biológica de un territorio se les identifica como biomonitores. Tras un proceso de convocatoria y selección de entre un grupo de personas de la comunidad, los elegidos reciben formación en temas asociados a identificación taxonómica principalmente de grupos como insectos, hongos y plantas, inventarios de biodiversidad, toma de tejidos para análisis genéticos y monitoreo, esto trasmitido por parte de investigadores expertos del Instituto Humboldt y estudiantes de pregrado y maestría.
Con los conocimientos y habilidades adquiridas, los biomonitores llevan a cabo actividades de monitoreo y registro en zonas previamente establecidas y que les son asignadas por medio de un plan de trabajo anual, definido en conjunto con los investigadores del Instituto Humboldt, actividades a las cuales dedican la mayor parte de su tiempo. Como resultado, se obtienen datos útiles y un mayor conocimiento acerca de la biodiversidad, así mismo formación y transferencia de capacidades a públicos no expertos.
Cabe destacar que por el tiempo de dedicación semanal a las actividades de biomonitoreo, los participantes reciben un reconocimiento económico a través de la vinculación al programa durante un año.