Zona de prensa:
Andrés Lugo y un radar casi fallido para la Biología





El Programa Apoyos a la Investigación, derivado del convenio de cooperación Fibras firmado entre el Instituto Humboldt y Ecopetrol, marca un precedente en el país al inaugurar una estrategia pionera de alfabetización en registro y monitoreo de la biodiversidad para públicos no expertos, y así mismo disponer de Ecoreservas como “laboratorios vivos”, donde estudiantes universitarios de pregrado y posgrado pueden culminar sus proyectos de investigación, mientras aportan al conocimiento de diversos grupos biológicos de flora y fauna nacionales.

Desde la distancia física y geográfica, por causa de la contingencia derivada por el SARS-CoV-2 que ha transformado la vida habitual en televida o una versión en pantalla de lo que fueran diversos espacios de socialización públicos o privados, abrimos la conversación para entrevistar a los participantes de este selecto grupo de estudiantes investigadores que provienen de distintas ciudades, universidades y programas académicos del país.

Andrés Lugo es bogotano, tiene 23 años de edad y estudia Biología en la Universidad Nacional de Colombia, pregrado al que asegura llegó por azar. “Desde niño sentí interés por la naturaleza y el mundo de los animales. Mientras crecía ese gusto se mantuvo, pero al momento de elegir el pregrado, la Biología no pasó por el radar. Inicialmente, quería estudiar medicina y, finalmente, por azares del destino elegí Biología. Creo que fue una buena decisión, porque siento que me hace feliz y que estoy donde debo estar”. menciona.

Este joven lleva una vida común en la capital colombiana. “El tiempo libre, la mayor parte, lo paso en mi casa; otro tanto en casa de amigos o saliendo con ellos a algún lugar. Juego videojuegos, navego en Internet e incluso parte de las horas de ocio lo uso para seguir aprendiendo sobre temas académicos de mi interés: los escarabajos”, dice.

Detengámonos en este tema de los escarabajos. ¿Qué llama su atención sobre este grupo? Andrés Lugo: “Los escarabajos son de los grupos biológicos de mayor diversidad en el planeta, nunca te encuentras dos escarabajos iguales; visual y comportamentalmente son interesantes; eso me llama la atención, poder estudiar y saber más sobre ellos”.

Pasando al Programa Apoyos a la Investigación, ¿los escarabajos son su línea de trabajo? AL: “Exacto. El año pasado, por medio de un correo de mi mentor en Entomología me enteré de la convocatoria del Instituto Humboldt, me presenté y fui seleccionado. Desde la línea de investigación, Malaise Coleoptera, se intenta observar si la comunidad de escarabajos está presente en distintas etapas del año en la Ecoreserva y zonas aledañas, si es la misma en toda el área o si hay distintas especies según el lugar donde te encuentres”.

¿Qué puede destacar, Andrés, sobre su experiencia de trabajo con los biomonitores en la Ecoreserva? AL: “Ha sido un encuentro bastante chévere, la verdad. Son un grupo muy heterogéneo y eso llama mi atención. Es sorprendente hablar, por ejemplo, con Don Alaín Dusán y escuchar sus historias sobre la naturaleza que le rodea, las cuales no vienen de una formación académica si no de la experiencia, y, además, están cargadas de conocimientos. Y así ocurre con los demás biomonitores, sin importar la edad; son inquietos, quieren aprender sobre lo que observan, por ejemplo con los insectos que, a veces, pasan desapercibidos o ignoran, pero que al conocerlos se sorprenden y aprenden a valorarlos y a conservarlos. Siento que esta experiencia ha sido bastante interesante la verdad; desde el comienzo al día de hoy ha habido una gran evolución, hasta en el simple hecho de comunicarnos. Recuerdo la primera vez que tuve una llamada con los biomonitores. Se les dificultaba nombrar el grupo de insectos que les correspondía trabajar. Ahorita, que han pasado 5 meses desde ese entonces, se nota un montón el progreso y avance frente al reconocimiento de la biodiversidad; incluso, ya se volvió frecuente que manden fotos de un insecto que les impacta y que lo llamen por el nombre propio. Y de eso se trata, de compartir conocimiento con ellos. A este punto, en los biomonitores identifico un relacionamiento más cercano con ciertas especies que tienen a su alrededor, sobre todo con plantas hospederas; les gusta observarlas durante los recorridos y las asocian con algún tipo de insecto; eso me parece interesante, así como esa noción bastante marcada de la temporalidad de los bichos, es decir, saben en qué época del año son más o menos comunes”.

Entonces, ¿esta ha sido su primera experiencia de trabajo “formativo”? AL: No. Previamente había tenido un acercamiento cortico en Mitú, con una comunidad indígena, donde estuvimos conociendo la diversidad de especies de insectos de la región y, de paso, tuvimos la oportunidad de realizar talleres con los más pequeños para intercambiar conocimientos sobre la biodiversidad”.

Andrés quiere proyectarse como un futuro investigador colombiano, por eso considera que esta oportunidad que le brinda el convenio de cooperación Fibras, a través del Instituto Humboldt y Ecopetrol, enriquece su formación como ninguna otra experiencia vivida previamente. “En lo personal, lo que sabía hace 5 meses a lo que sé hoy no es comparable y seguirá creciendo. Frente a lo colectivo, ese intercambio de conocimiento es gratificante, pues encontrar una comunidad que no tenía unos lazos tan fuertes con la biodiversidad de insectos y dejarla ya apropiada es motivo de orgullo. Y bueno, no puedo dejar de reconocer que el Humboldt es el referente para los biólogos del país. Antes de integrarme al Instituto, lo veía como el lugar en el cual quería trabajar y progresar científicamente. Ya estando adentro, se nota que sí es un centro de vanguardia que aporta gran cantidad de conocimiento a la ciencia del país”, finaliza.