En las 127 hectáreas de la Ecoreserva La Tribuna (Huila) hay relictos relictos del bosque seco tropical huilense dedicados a la conservación e investigación de la biodiversidad. Este laboratorio natural recibe el cobijo de San Francisco, Peñas Blancas y Tamarindo, veredas donde algunos de sus habitantes participan del programa Biomonitores, una iniciativa pionera en Colombia liderada por el Instituto Humboldt, cuyo objetivo es formar a las comunidades en el manejo y aplicación de herramientas para la caracterización y monitoreo de plantas e insectos con el fin de mejorar la información científica disponible sobre flora y fauna. Hoy traemos la segunda de 8 entregas de la serie periodística con las historias de vida de nuestros Biomonitores.

Juan Camilo Zapata Sierra desde muy joven sentía que su vocación era la química. Tanta era su pasión que recién salido del colegio no dudó en ingresar al Sena para ser un tecnólogo en Química Aplicada. Su disciplina lo llevó a ejercer en un laboratorio de control de calidad de textiles. Sin embargo, transcurridos cuatro años fue dándose cuenta que ese no era el camino que quería para su futuro. Según Zapataa, su lugar no era estar encerrado dentro de los laboratorios.

Buscando nuevos desafíos para su vida se topó con la biología y se cuestionó varias veces el por qué no intentarlo. En los biólogos él veía las travesías que en los laboratorios nunca encontró. Salidas a campo por diferentes ecosistemas y la biodiversidad que se imaginaba descubrir terminaron por decantar su decisión. Quería estudiar biología.

La convicción de su decisión trajo frutos, al inicio de la carrera fue becado. Situación que para él es un llamado de atención de la vida, un designio. “Creo que el destino si quería que yo fuera biólogo”, afirma.

Desde ese momento, la vida de este joven bogotano cambió y dice no sentirse arrepentido por su decisión, todo lo contrario vive agradecido. Sin embargo, Zapata no reniega del pasado, para él, el conocimiento adquirido en química y en su experiencia laboral anterior también le han servido de alguna u otra manera en la biología.

Según Zapata, ser biólogo le permitió conocerse así mismo y descubrir lugares que nunca pensó. Conoce gran parte de la Orinoquía, ecosistemas de páramo y tuvo la dicha por primera vez de ver el mar en Capurganá gracias a una salida de campo de su carrera. Además, ya recorrió el Chocó, los bosques secos tropicales de Tolima y la Ecoreserva La Tribuna.

Pero Juan Camilo Zapata todavía tiene sueños por cumplir. “Estoy enfocado en hacerme una maestría. La parte entomología me fascina mucho, pero bueno, pues hay muchas cosas que le llaman a uno la atención y que se da cuenta uno que requieren una mano para poderlas estudiar”.

Zapata ve en Centroamérica un posible lugar para seguir estudiando y trabaja para cumplir ese sueño. Afortunadamente el grupo de interés de mecoptera fue el vínculo que unió sus tesis con el proyecto Fibras y su camino laboral. Sin dudarlo se presentó a la convocatoria del proyecto y fue uno de los seleccionados en el grupo de investigación.

“El proyecto se encuentra dentro del bosque seco tropical. Tengamos en cuenta que este antiguamente para el siglo pasado era uno de los ecosistemas más importantes a nivel de Sudamérica y Centroamérica. Sin embargo, por las características que posee este ecosistema, ha sido sobreexplotado y ahora está casi al borde de extinción”, comenta Zapata.

El trabajo de Juan Camilo consiste en caracterizar las veredas San Francisco y Tamarindo, la diversidad de invertebrados. Indaga e investiga los dípteros (abejas, avispas, abejorros y moscas de sierra). Dentro de su trabajo debe montar las trampas malaise en tres parches de bosque diferentes con diferente estructura vegetal. Esto le permite capturar el muestreo a diario de los individuos que debe estudiar.

La ayuda de las comunidades para él es fundamental para el desarrollo y complemento de los procedimientos técnicos y las metodologías científicas. “La presencia de los biomonitores es muy gratificante. De cierta manera se vinculan los saberes de todas las personas. El intercambio cultural y de conocimientos es muy enriquecedor”, agregó Zapata.

Para el investigador, Fibras busca dejar una red de biomonitores que fortalezca la información sobre biodiversidad y que además permita que ellos sean divulgadores científicos.

El proceso de empoderar a la comunidad trajo grandes frutos, por ejemplo, “cuando he hablado con Nancy, una de las biomonitoras, se siente el interés que tiene ella. Se ve la apropiación de los conceptos. Es gratificante escucharla describir algunos de los organismos con los términos que antes se le han dado. Los biomonitores se han puesto a la tarea, han estudiado y le están metiendo todo”. Otras personas que han llamado la atención de este joven biólogo son don Alaín, Panfilo, Yuri, personas adultas que han demostrado gran atención por aprender.

Entre la ciencia y lo cotidiano de Camilo

Fabian Camilo sabe que no todo es estudio y trabajo, también debe haber un espacio para el ocio o sino “uno se enloquece”, afirma. Le gusta la música, tanto así que sus compañeros de investigación le han llamado ‘la rockola’ porque sabe todas las canciones que suenan mientras están trabajando en campo. Además, complementa este gusto con el baile y el deporte. Practica ejercicio funcional desde casa, monta bicicleta, sube Monserrate de vez en cuando, le gusta el fútbol, cuando no lo está jugando lo está viendo con sus hermanos, hablan y discuten sobre los partidos. Se define como un deportista por convicción.

Fibras en unas líneas

Para Fabian Camilo Zapata lo más importante a la hora de presentarse a una convocatoria como estas es dejar el miedo, postularse y atreverse a incursionar. “Para los que lleguen a ver esto. De pronto los de La Tribuna, quiero decirles que sigan con su trabajo así, que genial verlos así aprendiendo y tan interiorizados del tema. Estoy muy contento por el trabajo realizado y esperando que en los meses que quedan se puedan entregar los resultados que se esperan y superar las expectativas”.