Kelly Dussán es una joven independiente y para nada predecible. Vive con su tío en la vereda Tamarindo, mientras su mamá está radicada en Neiva con sus otras hijas, mientras su papá habita una finca con sus hijos en una vereda de la zona. En la actualidad, esta futbolista de corazón termina su último año de bachillerato, estudiando cada sábado. “Me encantaría seguir estudiando, algo como Ingeniería Ambiental. Desde niña me ha interesado el medioambiente, las plantas y los insectos; por eso me gustaría aprender más de la biodiversidad”, menciona Kelly.
Cuando no está dedicada a los estudios, Kelly pasa sus ratos de ocio en casa, viendo series y programas de televisión, o bien compartiendo con sus primos. “Nos vemos en el polideportivo o en la casa de alguno para chismosear (risas), para jugar microfútbol donde soy delantera o también arquera. En la casa siempre apoyo en los oficios domésticos y en la preparación de la comida, cuenta. Para ella integrar el grupo de biomonitores representa su primera experiencia laboral. “Yo no sabía nada de este tema, pero una de mis tías me contó que el Humboldt iba a dictar un taller y decidí asistir; me gustó mucho lo que hicimos, por ejemplo recolectar insectos. Eso me motivó porque le dan ganas a uno de tener más conocimiento”, sentencia.
Kelly tiene altas expectativas en su paso por el Programa de Apoyos a la Investigación y no duda en expresar sus anhelos al respecto. “Espero poder seguir con este tema del monitoreo de la biodiversidad. Sería maravilloso si este programa continúa para que otros que estén interesados puedan participar también. Me parece genial que nos pongan a aprender y que la gente en las veredas conozcan qué es lo que está pasando acá, qué se está trabajando acá”, dice.
Ser biomonitora ha permitido a Kelly hacerse, con más frecuencia, preguntas acerca de la biodiversidad que le rodea y que son respondidas por los expertos del Instituto Humboldt o por los mismos estudiantes investigadores. “No conozco nada sobre hongos, es algo totalmente nuevo para mí; tengo que leer más, investigar; de hecho en la zona no conocemos sobre eso y hemos identificado bastantes hongos”, cuenta.
No obstante, ella reconoce el cúmulo de saberes tradicionales que tienen las personas de la vereda. “La idea es que nos ayudemos y compartamos lo que sabemos. Por ejemplo, mi tío Alaín Dussán, que también es biomonitor, conoce mucho la zona, sabe mucho de árboles y plantas; él es cultivador, también mi papá y otros familiares; así que no tengo una razón para no buscar respuestas a mis preguntas. Con mis tías hablo de las plantas que hay sembradas en los solares y los jardines de las casas y para qué sirven, y todo lo que sé lo comparto con quienes no tienen ese conocimiento”, concluye.